21 octubre, 2006

No era tan fácil...

Cada día más entiendo lo injusto del mundo en el que vivo, este que me duele y que me llora en cada célula del cuerpo, en cada rincón del alma.
Entiendo lo injusto del engaño de vivir entre mentiras por tanto tiempo, creyendo que todo era tan fácil como decir:
"Papi, me comprás eso?"
y llorar a más no poder si se me negaba algo,
hasta que mi lluvia convenciera al pobre vietnamita que atendía la pulpería de la esquina, de regalarme el mentado chocolate, chicle o paquetito de chucherías.
Y es que nunca fue fácil pero yo no lo sabía.
Me levantaba de la cama a la escuela, sin notar que horas antes mi papá, viejo, sin seguro social o esperanzas de una pensión y con varias enfermedades (incluído un accidente) a cuestas había salido de la casa, a trabajar como un burro para poder costear mi educación, mi alimento y para colmo, mis caprichos.
No entendía porqué no podía tenerlo todo, no entendía porqué no era tan fácil tomar un billete de los tantos que andaba en el bolsillo y gastarlo en cualquier tontería, desconociendo que tenían por destino darme de comer y un lugar donde vivir. No lo entendía porque aún no habían caído esos pesos sobre mí.
Hoy es domingo, me levanté cansada después de dormir muy pocas horas y tengo que correr, porque tengo que preparar mi almuerzo, lavar mi ropa, limpiar mi pequeñísimo apartamento y todo eso, antes de que el reloj marque la 1:00 p.m. porque para ese momento ya debo ir caminando hacia el trabajo (no me alcanza para pagar un taxi) y desde entonces, mi fuerza de trabajo, mi sudor y el producto de mis manos o mi voz, en fin, el fruto de mi trabajo, terminará convirtiéndose en un Mercedes Benz o una piscina, que nunca voy a disfrutar, porque las ganancias de lo que hago se concentran en las manos de mis empleadores, que pasan todo el día viendo pornografía en internet y haciendo especulaciones sobre sus acciones en la bolsa de Nueva York.
Mi cheque no será ni la quinta parte de lo que merezco y mis patrones se fijan cuidadosamente en que no alcance para nada más, que para costear un techo y comida que garanticen que voy a presentarme a trabajar al día siguiente y a veces, ni eso.
Ahora entiendo, porque esto de ganarse la vida no es nada fácil y entiendo y reconozco el valor de tantas almas que sufren el peso de la sobrevivencia (nunca, supervivencia) y el dolor de los "días sin mañana".

1 comentario:

LAbarta dijo...

Que pasa cuando es más facil y te engañas, Cuando querés y merecés más -al menos eso crees-.
Merecés más porque eso quería tu familia para vos. Porque tenés estudios, te dieron oportunidades. Que pasa cuando tomas y no te das cuanta que en un abrir y cerrar de ojos sos vos el que tiene el Mercedez o la piscina. Lo merecés o no? Lo merece tu familia para quien trabajaste o no? Bla, bla. No es fácil, de nungún lado de la moneda es facil. Al menos si ves el lienzo en blanco y no la pintura que te dan, es más verdadero. Más facil quizá.

PD: Yo tampoco quería levantarme ayer, pero creo que esa muñeca y el carro a control remoto -que quiero obsequiar-, valen la pena...

Cuidate, en serio. Es el único favor que te exhijo como amiga.