Mío...
Mi aparta aún huele pintura fresca por las paredes retocadas el fin de semana, sigo intentando abrir la puerta al revés por la costumbre de una puerta dañada, todavía no ubico bien los apagadores y los tomacorrientes que sirven, el piso aún está opaco porque falta darle la primera encerada, a este punto no me he acostumbrado al anaranjado de las cosas del baño, la panera que adorna mi cocina y guarda milanes aún huele a madera sin curar, la lavadora al plástico en que veía empacada y la arrocera al cartón que la envolvía en la tienda.
Se acumulan las cajas vacías en el clóset izquierdo de mi cuarto y poco a poco los clavitos en las paredes mutan,
se vuelven cuadros,
almas,
intentos de poesía (o de suicidio en tinta)
afiches de colores,
aparecen mueblecitos que albergan discos,
candelas
comida vegan
o especias,
mi casa de a pocos se pinta de pueblo,
y mi sound-track me delata
Son espacios vácíos que se llenan con este todo,
ese dialéctico todo-y-nada que llevo dentro...
la esencia que explotó y ahora adorna mis muros.
Nada parece nuevo a simple vista, pero al pensar en cómo era mi casa hace un par de días me doy cuenta que todo es distinto y que por primera vez...
Esto es solamente mío!
Y sólo eso hace que todo sea nuevo!
1 comentario:
"Mi casa está en el mar con siete puertas.
Yo ya no vivo allí pero me esperan".
Eso dice Pedro. Yo no sé a que se refiere porque nunca he estado en su casa. Aunque para mi dice que el hogar es donde queda el corazón. El cuerpo sigue, vive...
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