04 diciembre, 2007

HACÍA FALTA YA...

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Este contigo, este sin ti tan amargo,
este reloj de arena del arenal,
esta huelga de besos, este letargo,
estos pantalones largos para el viejo Peter Pan.

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Hoy mandé el último e-mail que espero me cierre este capítulo en la memoria.
Y es que de verdad me cansé, como no me había cansado antes; me cansé de estar esperando aún a sabiendas de que no vas a llamar, ni a llegar.
Hoy me desilusioné, me avergoncé y hasta llegué al colmo de odiarte.
A pesar de eso, sinceramente aún me caés bien, así que voy a cerrar esta puerta a ver si vos te decidís a abrir las ventanas y dejar que seamos buenos amigos, aunque de este lado del río aún sangre la herida y duelan los ojos al amanecer.

No más susurros,
ni caricias,
ni besos escondidos,
ni brazos de sol,
ni siquiera crueldad...

¡No para vos!

Analizo, acepto y asumo el pasado con sus consecuencias, pero no estoy dispuesta a seguir entregando fuerzas, tiempo y calor a cambio de nada.
No creo que cambiés de actitud - te conozco más de lo que vos creés - así que mantendré las medidas de presión hasta que se me incorporen a la piel, como Orión y la Luna.

Son las 4:00 a.m. y extrañamente estoy lúcida como nunca, lo suficiente como para asegurar que esto no es un arrebato de rabia, ni nada por el estilo.
A veces hablo mucha mierda y no me sostengo en mis decisiones.
Otras veces soy una trotska dura y no me dejo mover si sé que tengo la razón.
La primera opción no aplica hoy.

Lo siento por vos, llegaste tarde...
Este almacén de madrugadas está cerrado.

¡A partir de hoy estoy en huelga y no hay esquirol que la levante!

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